Fuera de agenda

Nuestro instinto de supervivencia es poderoso, estamos programados para mantener nuestra especie, para caminar por la acera y no por el medio de la calle, programados para alejar la mano del mango del sartén si al tocarlo esta muy caliente, para resguardarnos del frío o del calor intenso del verano, para alejarnos de lo desconocido y volar sin cruzar el parámetro establecido. Y nos gusta. Esa sensación de dormir en nuestra cama, de encontrar todo como lo dejamos, el olor a eucalipto que nos recuerda un momento específico de nuestra niñez o el sazón de la comida de casa. Lo ya vivido.

0590b8435cb1e18f68ab1a697f27fd23Y en ese afán de disolver la incertidumbre de lo desconocido, como terrón de azúcar en una taza de café, nos gusta planificar. Que mejor forma de pretender que no somos un montón de gente que gira en un planeta a la deriva en la vía láctea que llevando una agenda para marcar donde se supone estaremos día por día, a las 2, las 3, las 4; dónde anotamos cumpleaños, reuniones y tareas, donde planificamos un porvenir incierto y le prendemos la linterna a la oscuridad del mañana.

Esta bien planificar, en mi caso ya tengo agenda para el 2015 y estoy lista para usarla. Pero como todo en la vida esta acción tiene dos caras y más allá de la impresión de persona organizada y a tiempo es un resguardo peligroso que te puede amarrar a la tan conocida zona de confort. A donde por instinto pertenecemos, ese peligroso rincón donde no pasa nada nuevo. Es como tener el control de decidir que veo y cuando, pero entonces todas las películas son repetidas.

Voy a llevar agenda, sí, pero a mi forma. Planificando un poco menos y volando un poco más. Dejando espacio para la incertidumbre. Apagando la linterna de vez en cuando y caminando a tientas, para ejercitar los sentidos.

Un consejo: recuerda dejar espacio para las emociones, para sentirte abrumado y con ganas de cambiar los planes. Dejar espacio para equivocarte, porque así aprendes a ser creativo y buscar soluciones alternas a el mismo problema. Dejar espacio para la gente, para la que ya conoces y las que todavía te faltan por conocer. Así se lleva mejor esto de vivir.

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Y si, programa, pero con cautela, planifica, pero recuerda que a veces el objetivo cambia y hay que renovar la estrategia. Que el instinto de supervivencia sea tu aliado, pero a la hora de correr y no para esconderte. A la hora de saltar, de arriesgar y no en hacer que decidas permanecer en el puerto.

Para que una estrella nazca debe haber una explosión dentro de una nebulosa. Así que no tengas miedo de esos imprevistos que te empujan fuera del carril, no serán tu destrucción, sino tu comienzo.

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