Amor, trama y desenlace [Capítulo 1]

Dicen que fue en alguna playa del Mediterráneo, en horas de la tarde, cerca del ocaso, ese instante en que el día parece correr a encontrarse con la noche y cada uno de los rayos del sol amenazan con ser el último, pero no. Ese momento en que las reflexiones y los pensamientos salen a pasear y el espejo de la vida te pone de cara contigo mismo, con tu corazón.

Ella estaba ahí, sentada en la arena, respirando los segundos y tarareando una canción entre dientes. No parecía importarle que su vestido blanco con toques de azul se estrujara debajo de sus piernas y la arena lodosa de la orilla mancharan su blanca piel mientras se abría paso entre los dedos de sus pies y el esmalte rojo que resaltaba.

El iba caminando, alpaso, meditando cada pisada que se hacía notar por las huellas dejadas en la arena. Miraba el mar y mojaba sus pies con la espuma de las olas que de vez en cuando alcanzaban sus pantalones kaki remangados.

La brisa volvió a soplar, y un sabor a mar abrazaba los cuerpos que salpicados de salitre reposaban en su orilla.

El la vio, de perfil, de espaldas, su cabello rebelde que bailaba al compás del viento domado por un sombrero que cubría parte de su rostro. Sintió como en cuestión de segundos el resto de su vida volvía a tener sentido, a tener principio y final, a tener propósito. Ese sentimiento parecido a descubrir que hicieron tu comida favorita después de un largo día de trabajo o contemplar un una estrella fugaz en el cielo despejado de una noche de verano.

Caminó hasta llegar a su lado, y sin decir palabra alguna recostó su cuerpo cansado en la arena. Ella lo miró, se quitó el sombrero grande que cubría su rostro y haciendo líneas en la arena, como quien traza un camino imaginario, llevo sus manos a las de él mientras le susurraba al oído.

-¿Por qué tardaste tanto?

El sonrió, con esa sonrisa que desde un principio la había enamorado, ladeo la cabeza y beso su mejilla.

– Pero sin tan sólo me fui por unas horas, respondió.

Ella soltó una carcajada y agregó con cierta complicidad

-Lo sé, pero me parecieron eternas.

Se pusieron de pie, era el quinto día de un viaje que por años habían planeado, era la continuad de una historia que juntos habían escrito, eran los recuerdos del mañana en movimiento. El rodeó con sus manos su cintura y siguieron abriéndose paso por la arena y aprovechando la poca luz que se reflejaba en las olas, abrazando el presente, aferrandose a la idea de un para siempre.

La vida sabe mejor a su lado, de eso no hay duda, pensó mientras se perdía en el marrón de sus ojos.

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Continuará.

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