Viajar es partir en busca de tierra mientras te aferras a un mapa que dibujaste a tientas. Menos mal que en el camino te encuentras con otros marineros que si te atreves a preguntar van a guiarte hasta el próximo puerto.

En estas líneas quiero dar las gracias a esas personas que me fui encontrando en el camino durante mi último #diariodeunaviajera en Nueva York, a esos que no se quienes son, qué hacen o dónde están, a esos de los que ni siquiera tengo su nombre pero fueron lo suficientemente amables para guiarme, para sin razón alguna orientarme en la ruta que debía seguir. A ustedes que sin saberlo fueron cómplices de esta aventura: GRACIAS!

Gracias al equipo de aquel bar en Manhattan, que a entradas horas de la noche me buscó un mapa, me subrayó la ruta y hasta me ofrecieron un trago de cortesía mientras atendían a sus clientes.

Gracias a la señora de unos 40 años que iba por Atlantic Avenue con una niña en brazos y no sólo me orientó respecto a una dirección que debía tomar sino que también llamó a una amiga para rectificar que me había orientado de la forma correcta.

Gracias al señor que vestía traje, al que me acerqué en la parada del tren de Bergen St. Para confirmar la ruta, quién al desmontarse del tren se cercioró que tomara la calle correcta y parado bajo la lluvia  tratando en vano de cubrirse con su maletín se volteó y me hizo reiteradas señas con la mano de hacia dónde debía seguir.

Al fotógrafo asiático debajo del puente Brooklyn que trataba de capturar el atardecer y se tomó muy enserio la misión que le encomendamos de sacarnos una buena foto. A la familia completa proveniente de Texas con la que me cruce en una de las paradas del tren, a la joven que me hizo señas que ya el autobus se iba. Al señor mayor que al ver que no éramos de la zona nos recomendó una lista de los lugares que no podíamos dejar de ir. A la que nos encontramos en el café de Starbucks, al de la feria de Coney Island que nos regaló un turno más para tratar de conseguir el premio.

Gracias a esos “héroes anónimos” que con pequeños actos de bondad andan por ahí afuera salvándole el día a cualquier desconocido que haga un llamado de ayuda. El mundo es un mejor lugar porque ustedes están en él, porque son parte de la cadena de energía positiva que pasa de una persona a otra y que tarde o temprano, les puedo asegurar, va a regresar de la forma más inesperada.

A mi familia y allegados, a ustedes las gracias se las doy en persona.

Nota: recuerdo que antes de irme hice todas las gestiones para sacar un plan telefónico y tener internet 24/7 pero por razones de tiempo no me fue posible, creo que en el fondo algo dentro de mí quería que pasara así, para agregarla una pisca de adrenalina y desconexión a esta historia.

Aquí les dejo un video para que nos contagiemos todos de #gentebuena