Señora Read,
Así iniciaba la carta que con mucha estima me enviaron por correo, SEÑORA, para mi sonó así, en mayúscula y con varios ecos incluidos, talvés porque en una semanas cumpliré 24, o será el capricho de Peter Pan de no querer crecer. Puede que haya sido solo una norma de protocolo para motivarme a aceptar la invitación, no importa, este adorno peculiar a mi apellido me puso frente al espejo. El espejo del tiempo, ese que no miente.
¿Señora yo? Cuando pasó eso.
Si soy profesional, si tengo un buen trabajo, si mi lista de amigos se ha reducido y miro la vida desde otra óptica ¿Pero no hay más requisitos para eso de señora?, ¿Cuándo fue que me inscribí al club?, ¿Qué significa realmente eso de crecer?.
Sin respuestas a mis preguntas, un poco exageradas lo acepto, procedí a responder el comunicado con la misma altura y protocolo que fue redactado. Click a enviar y listo; pero quedé reflexionando porque será que nos gusta ocultar el paso del tiempo, la misma razón por la que me sentí conmovida de una forma extraña al ser llamada señora, porque encierra algo que todos tratamos de omitir, que el tiempo pasa, la vida corre.
Y no hay nada que podamos hacer al respecto.
De repente la sociedad ha puesto varios letreros de advertencia que prohíben dejarse las canas al aire o no utilizar cremas anti arrugas, que mira de reojo la idea de ponerle el número al bizcocho de cumpleaños y donde preguntar por la edad puede ser un pecado capital.
Tratamos en vano de tapar el sol con un dedo.
Porque crecer nos preocupa, porque llegar a la meta en este caso no es el objetivo final y sin embargo se nos olvida disfrutar el camino. Nos deberíamos sentir orgullosos de las cicatrices visibles o intangibles que nos marcan como guerreros que han batallado y deciden estar de cara al tiempo.
Un día más en la tierra es un privilegio que no todos tendrán mañana, es un evento que debe celebrarse, motivo de regocijo y fiesta. Un año es una vuelta completa al sol, es un diploma que se nos entrega por haber vivido y sobrevivido, algo difícil, de valientes.
Debería ser un orgullo que, en mi caso, me hayan llamado señora, una cicatriz intangible que demuestra que tengo varios de esos diplomas que mencioné, que he crecido y florecido.
Y si, el tiempo vuela, pero la ventaja es que nosotros podemos decidir en que invertir ese tiempo. Así que a vísperas de mis 24 los invito a trabajar hoy por una buena razón para nuestras canas de mañana. Vamos a disfrutar del panorama mientras le damos la vuelta al sol, mientras otro anillo crece en el árbol de la vida.
Lo demás es secundario.



Excelente reflexión! Me llegó en el momento oportuno. Exitos querida sobrina.