“Es imposible tomar un tren o un avión sin tener una fantasía de uno mismo con el gran héroe que emprende la búsqueda de una princesa encantada o las aguas de la vida” -W. H. Auden
Esta historia empezó con una carta, una invitación que encerraba en sus líneas emoción, inquietud y curiosidad desbordante que acompañé con una maleta y el deseo de explorar un país con tanta historia, cultura y riquezas naturales. Colombia es mágico realismo, sin lugar a dudas, gente que ha sabido sacudirse el polvo de años de conflicto e inseguridad para convertirse en El Dorado de América Latina, con tesoros valiosos que aguardan en sus rincones para esos viajeros que se atreven a vivir una experiencia alucinante.

Bogotá A más de 3,00 metros de altura, incrustada en las montañas se encuentra Bogotá, considerada la “Atenas Suramericana” por su oferta cultural que se percibe con la cantidad de bibliotecas, teatros y museos que realzan la zona. Al llegar al aeropuerto Catalina, periodista de Televisa nos recibió y con una efusiva sonrisa y excelente trató evidenció el primero de los tesoros de Colombia, su gente, siempre amable y dispuesta, listos para mostrarte con orgullo lo mejor de lo que son. Saqué una libreta de tapa rosada y un lapicero que siempre llevo conmigo, alzaba la mirada y no podía dejar de escribir, cuestionar, observar. Nada como estar en un lugar por primera vez para activar los sentidos, viajar en cierto modo es eso, una dosis de activación sensorial. Catalina, consciente de mi necesidad informativa empezó durante el trayecto a explicarme un poco sobre una de las situaciones locales “El transporte”. Si estás en Bogotá hay varias formas de traslado, el transmilenio, los autobuses públicos (bucetas), la aplicación easy taxi o vehículos propios, este último un lujo por la elevada suma de parqueo que se paga en casi en todos los lugares para estacionar y las leyes de tránsito que tratando de regular el tráfico han implementado medidas cómo pico y placa, dónde según el número con que termina tu placa hay días a ciertas horas que no puedes sacar el vehículo o debes andar acompañado de 2 personas, estrategias que se han venido implementando para contrarrestar una problemática actual en una ciudad con 10 millones de personas. El transmilenio tiene un carril sólo para ellos y easy taxi, una aplicación de servicio privado de taxi, es relativamente económico, fácil, rápido y seguro. Una vez entendiendo esta logística, ubicándote según las montañas y diferenciando calles, que están perpendiculares a los cerros y su número incrementa hacia el norte y carreras, paralelas a las montañas orientales, estás listo para iniciar la aventura.
¡Hora del desayuno! Si se te hace agua la boca cuando menciono pan de yuca, pan de bono, pan relleno de queso, pan con un toquesito de guayaba, chocolate santafereño, queso, tamal (parecido al pastel en hojas), huevo frito, mermelada, arequipe (parecido al dulce de leche) y un cafecito antioquense, entonces este desayuno hubiera estado perfecto para ti. La panadería y repostería son un fuerte de esta gente, su gastronomía en general es exquisita pero en panes y dulces son fuera de serie.
Con una temperatura de 12 grados y lluvias esporádicas intercaladas con un sol de primavera que entonan el ambiente empezó una agenda que si bien la encabezó mi participación en el área de comunicación de los proyectos sociales implementados por la organización Partners of the America (de la que hablaré luego) incluyó también tiempo suficiente para conocer algunos de los lugares claves para experimentar Bogotá y sus alrededores. El primero la zona de La Candelaria, parte del centro histórico de Bogotá, un lugar que también se ha convertido en punto comercial por su ubicación estratégica. Aquí entre las paradas obligatorias se encuentran la Casa de la Moneda, el Museo de Botero, que por cierto dice que no pinta personas gordas sino con volumen, el Centro Cultural Gabriel García Márquez, la Plaza Simón Bolívar y el Chorro de Quevedo uno de los supuestos sitios dónde se fundó la ciudad. La lluvia que iba y venía acentuaba el resplandor de las calles y aceras y obligaba a tener la sombrilla en mano, mientras los rayos de sol que lograban entre salir de las nubes resaltaban distintos puntos del entorno. Nuestro paso apresurado nos permitía detenernos sólo unas cuantas veces, la cantidad de gente ameritaba tener el ojo bien puesto en lo suyo, sin embargo entre vendedores ambulantes de joyas, artesanías, puestos de obleas y los grafitis que complementan el paisaje es fácil perder el rumbo y dejarse llevar por una zona que tiene su “musiquita por dentro”.
Otro lugar que no se puede quedar es Monserrate, el punto más alto de la capital colombiana, hay varias formas de acceso, la ideal: el teleférico. En la cima de este cerro se encuentra un santuario que pareciera vigila toda la ciudad. Este espacio de sosiego y reflexión se complementa con el verdor de la naturaleza y la brisa intermitente que abraza a los viajeros; según va cayendo la tarde las luces arropan la ciudad y un mar de colores tenues acentúan este espectáculo a los sentidos.
Hablar de Bogotá es hablar también de sus alrededores, como la zona de Zipaquirá, un pueblo con marcados rasgos españoles dónde se encuentra la Catedral de Sal, considerada una de las mayores obras de la arquitectura Colombiana. Estar ahí es una combinación de historia y misterio que se desarrolla entre sal, mármol y minería. La parte más dulce del viaje, La Cabaña de Alpina un punto estratégico a las afueras de Zipaquirá dónde puedes encontrar todos los productos de Alpina recién salidos de la fábrica y disfrutar en su área verde acompañada de arequipe con queso, dulce de fresa con arequipe, mil hojas y un café.

Los días iban pasando y Colombia aún no dejaba de impresionarme, hice algunas notas en mi libreta entre las que resaltó la cantidad de libros que puedes encontrar a buen precio en muchas esquinas; cómo los domingos cierran la calle principal para que las personas puedan salir a correr, montar bicicletas y hacer ejercicios; un lugar dónde los jóvenes hablan de política, discuten las propuestas del candidato en turno y se toman muy en serio a quién le van a dar su voto.


La aventura continuo en la Laguna Guatavita, lugar dónde inició la leyenda de El Dorado, esta fue una de las lagunas sagradas de los Muiscas pues era donde se realizaba el ritual de investidura del nuevo Cacique que iba en una balsa de adornada, y el cuerpo cubierto con oro en polvo; a sus pies colocaban oro y esmeraldas para que ofreciera a los dioses y el pueblo arrojaba piedras preciosas a las aguas. Esta laguna es también uno de los puntos energéticos más fuertes de la tierra, científicos y maestros de todo el mundo han venido a investigar este fenómeno natural. El día empezó lluvioso y durante el trayecto no podía dejar de preguntarme si El Dorado era solo una leyenda o estas montañas todavía esconden sus secretos. Creo que nunca lo sabremos. Al regreso un arcoíris parecía unir las montañas y las hojas todavía con agua salpicaban el trayecto, las nubes reposaban en la copa de los árboles y el olor a tierra mojada y hojas silvestres completó lo que fue una expedición hacia el pasado, hacia El Dorado.

Colombia fue sin lugar a dudas más de lo que esperaba, descubrí una joya de América Latina, un pueblo que camina para construir un país mejor, con sus defectos y sus virtudes. Conocí nueva generación de jóvenes que, a su manera, exigen justicia e igualdad. Entendí la verdadera historia de una guerra que no tiene dueño, pero todavía corre por la sangre de muchos colombianos y a salpicado la historia de tantos otros. 
La aventura no termina aquí, ¿Sabían que Medellín fue reconocida cómo la ciudad más innovadora del mundo en el 2013? Sin pensarlo 2 veces empacamos maletas y partimos hacia el próximo destino.
En el próximo post #diariodeunaviajera:
Medellín -Innovación para la inclusión social -Centros Comunitarios de Emprendimiento -Antioquia, la región del café
Partners of the America
Rastros de una guerra que no tiene dueño













